El Nino, el Arte y el Desierto
La unión del Niño con el Arte es la base de una Alianza fértil que lleva las semillas de un mundo nuevo construido sobre la Belleza, la Bondad y la Benevolencia para todos a través de la esencia de la pureza y la inocencia de una verdad auténtica.
El Desierto, con sus prestigiosos parajes, ofrece un entorno ideal, sencillo y puro que inspira a todos a expresar una preciosa integridad.
La unión de la inocencia del Niño, la belleza del Arte y la pureza del Desierto crea una alquimia que revela un mundo nuevo.
El Desierto, una inmensidad desnuda, desprovista de toda ostentación, donde la aridez rima con la verdad.
El Desierto ofrece un espacio puro, sin límites, dónde todas las huellas falsas de los espejismos hechizantes son barridas y borradas por el poderoso soplo del viento de arena.
El amo del lugar, el Silencio, arraigado en las profundidades de las apretadas hileras de granos de arena rubia dorada, oficia tanto bajo los ardientes fuegos del sol como bajo el relajante frescor del cielo estrellado.
El Desierto abre una página en blanco, un escenario virgen, una pantalla gigante para la expresión del Arte en todas sus formas, cuya energía creadora moldea y da forma a su manera a auténticas obras.
El Niño puede así revelar, al amanecer de un sol centelleante o al atardecer de una noche estrellada, las visiones de las aspiraciones más profundas de su corazón inocente.
El Niño traza entonces los contornos de su inspiración a través del canto, la danza, la música y la libre expresión, para dar existencia a su esencia y compartir su armonioso encanto con todos los Vivientes.
El Niño, este eterno prodigio, iluminado por la belleza de sus sueños, crea una maravilla colectiva que da fuerza y vida al poder creador de su Alma. Se convierte entonces en la expresión pura del Alma del Mundo que ilumina los corazones de Todos y de todos los Vivientes.
« Todos tenemos tanto que aprender de los Niños, abrámosles el camino y las voces de expresión. »